lunes, 21 de marzo de 2011

mesopotamia


Nuestro primer hito se ubica en la Mesopotamia, concretamente entre sus famosos ríos Tigris y Eúfrates donde hoy se encuentra la ciudad de Bagdad, la capital iraquí. Pero en aquellos tiempos esta región estaba ocupada por Babilonia, Sumeria al sur y Akkad en el norte.

En ese lugar de los antiguos Egipcios la sublimación lo fue el Dios Thot quien había creado la escritura a partir de su misma divinidad e hizo entrega de ella, como un don, a los hombres. De hecho, la palabra «jeroglífico», nombre con que se designa los caracteres de la escritura egipcia, significa «escritura de los dioses» que a su vez, procede del griego, hieros «sagrado» y gluphein, «grabar».

La escritura, aunque con bases más o menos simples, era bastante compleja, por lo que el saber leer y escribir estaba limitado a una minoría. No se trata de la existencia de una clase aparte, pero si es cierto que muy poca gente sabía leer o escribir. Los sacerdotes, los oficiales del ejercito, los funcionarios, los faraones y por supuesto los escribas podían leer o escribir, mientras que muy poca gente del pueblo tenía acceso al aprendizaje. ” Es un sistema complejo, una escritura a la vez enteramente figurada, simbólica y fonética, en un mismo texto, en una misma frase, en una misma palabra” (Compendio del sistema jeroglífico, J.C. Champollion 1824). Pero la escritura era algo más que un método de comunicación. Como todo en Egipto tenía además un sentido mágico y religioso. El nombre de una persona escrito en jeroglífico encarnaba su propia identidad. Por este motivo muchos de los cartuchos de reyes eran destrozados o borrados de los monumentos por faraones opuestos a sus ideas, pretendiendo que perdiesen el poder mágico que originalmente tenían.

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